La IA generativa se enfoca en crear contenido.
La IA agéntica se enfoca en lograr un objetivo específico a través de la ejecución autónoma de flujos de trabajo complejos.

Un sistema (o agente) de IA autónomo es un sistema que puede realizar tareas de manera autónoma, sin intervención humana, para lograr un objetivo establecido.
Los sistemas autónomos de IA tienen la capacidad de ajustarse y mejorar su rendimiento a medida que completan las tareas. Pueden aprender de sus propias acciones y adaptar sus estrategias para ser más eficaces en el futuro.
Un ejemplo de un agente de IA es un chatbot personalizado que puede interactuar con diversas fuentes de datos para tomar decisiones por ejemplo para decisiones financieras.
Para ello, interactúa con herramientas financieras, por ejemplo, para obtener información del mercado de valores y proporcionar datos sobre precios y tendencias.
Su funcionamiento se puede esquematizar en las siguientes fases:
- Percepción: Recoge información.
- Decisión: Analiza, razona, planifica y decide qué acción tomar para alcanzar su meta.
- Acción: Ejecuta la tarea.
Podemos resumir básicamente que la Inteligencia Artificial “Agéntica” o basada en agentes, va un paso más allá, ya que le pides un resultado y ella “se busca la vida” para concluir la tarea.