La UE ha seleccionado al consorcio ChipDiplo para impulsar su diplomacia en el mercado de los semiconductores, pero por desgracia, no todo se soluciona con dinero.

Seamos realistas: Europa depende enormemente de Taiwán y TSMC en cuanto a chips, igual que el resto del mundo. China ha visto frenados sus desarrollos tecnológicos porque las políticas exteriores le cortaron el acceso a TSMC, lo que demuestra que el tema de los semiconductores no se soluciona únicamente con inversión. Se trata de un ecosistema complejo que requiere años de investigación, infraestructura y, además, talento humano.
Europa tiene un problema estructural: su retraso no es solo tecnológico, sino también cultural y educativo. Países como Taiwán o Corea del Sur han invertido décadas en formar ingenieros y en integrar la innovación en sus economías, y a Europa le puede salir muy caro no haber prestado atención a esto.
No se trata solo de fondos, se necesita visión, talento y tiempo (cosas que no se compran de la noche a la mañana). Es ingenuo pensar que entrar tan tarde al juego, sin una estrategia, hará de la UE un competidor serio a corto o medio plazo 🙁
El caso de China es un buen ejemplo: a pesar de sus recursos, no tiene acceso a la tecnología puntera de TSMC, lo que pese a su fortaleza para innovar y el talento humano que han cultivado a lo largo de los años, siempre ralentiza todo.
La UE puede invertir miles de millones pero si no hay un plan a largo plazo para formar talento, atraer empresas clave y superar las trabas burocráticas internas, el esfuerzo se quedará en un simple intento.
No digo que sea imposible competir, o que la intención no sea buena, pero es MUY poco realista.